¿Cuál es la idea principal que deseas transmitir? Los retos colectivos de este siglo XXI nos piden reivindicar la educación humanista. Es necesario.
Empezar afirmando que es una necesidad, ¿es osado, no? Contundente y también claro. Será osado y hasta inadecuado para quien mire desde otro punto de vista. Para mi alegría ya son muchas las voces que expresan claramente la importancia de asentar las bases de la educación humanista: Irina Bokova Directora General de UNESCO en 2010 reivindica los nuevos retos del humanismo en nuestro siglo, innumerables estudiosos en los 70 concretaron las características de este modelo (Carls Rogers, Alschuler, Weinstein, Miller, Brown,…), el enriquecimiento aportado con el eneagrama de Claudio Naranjo, las aportaciones de la pedagogía sistémica (Marianne Franke, Angélica Olvera, Carles Parellada, Mercè Traveset…) y otros.
Y el motivo principal que anima a los profesionales a acercarse a este tipo de conocimiento es la vivencia diaria que la realidad humana para la que trabajamos es compleja y necesita de una variedad de recursos en manos tanto del profesional como a disposición del educando*. Y ambos se lo merecen para poder disfrutar de una vivencia tan bella y rica como es compartir un proceso educativo, un proceso de crecimiento. Y enriquecer esta vivencia humana es enriquecer el potencial de una sociedad.
¿Qué es un educador@ humanista? Es el profesional que trabaja en el ámbito social o/y educativo con la intención de colaborar con el educando* en su capacidad de ser creador (de aprendizajes, de capacidades, de experiencias, de recursos…), en el desarrollo de sus diferentes áreas (parte intelectual, habilidades, valores, conducta…), y acompañandolo en su encuentro con su ser interior que es único.
Entonces, tanto un maestr@, como un educador@ social, como un trabajador@ social, como un profesor@, o monitor@… ¿puede estar trabajando dentro de un modelo de educación humanista? Sí. Lo que identifica el ser educador@ humanista no tiene que ver con una etiqueta profesional o con el lugar donde realiza su trabajo sino con las características de su práctica educativa cotidiana. Un profesional está trabajando dentro de un modelo de educación humanista si cuida de la coherencia entre lo que dice y lo que hace, si es consciente que su propia persona es una herramienta educativa clave, si atiende todas las áreas que forman parte del educando, si le da relevancia al área afectiva como elemento que potencia el proceso educativo, e implementa estos factores y aprende a hacerlo con rigurosidad técnica.
¿Cuál es el reto para la educación? Conseguir que socialmente se identifique la educación como un arte humano y al profesional como un artista. A un artista no se le interrumpe continuamente para pedirle informes, estadísticas, formularios… porque así impides que pueda centrarse en lo que realmente es su labor. Es obvio. Pero parece ser que no es obvio con un educador@, cuando sinceramente es lo mismo. Se está demandando a nivel de sistema un nivel de tecnificación excesivo que deshumaniza la profesión y la desubica de su labor principal: la persona a la que dirige su servicio.
Admiro profundamente y doy mi apoyo al profesional que tiene el intento real de tener presente que el educando* es su finalidad, que es una obra de arte en construcción que necesita del tiempo y de la atención para madurar y florecer lo que internamente ya es. Algo tan bello no merece acabar siendo un simple medio para justificar un trabajo bien hecho, para minimizar la presión del sistema, para satisfacer las expectativas de un jefe técnico o de un político… que son tentaciones naturales de nuestro trabajo que tenemos que gestionar.
Entonces, ¿éste sería el error más grande? No, esto sería una de las consecuencias. El “error” es abandonarse al escepticismo, al creer que la educación linda de la que te hablaron y la que sentiste como vocación no es posible. Tener crisis con la vocación, pasar por diferentes fases en tu vida laboral es natural, es enriquecedor y sirve para reafirmar los valores en los que uno basa su trabajo. Alargar en el tiempo esas crisis sin atenderlas, es construir un camino donde el escepticismo y la sensación de vacío se adueña de nosotros como profesionales.
El “error” es abandonarse a no confiar en tí como profesional o como persona, en no confiar en el educand@… en no confiar que un@ con una responsabilidad y el otr@ con otra van a saber juntos aprender lo que necesiten para seguir creciendo.
NOTA (*): Somos una gran variedad de profesionales los que estamos al servicio de las personas en el ámbito social y educativo (maestr@s, educador@s sociales, trabajador@s sociales, docentes, técnicos ocupacionales,…). Y cada uno utiliza un nombre diferente para hacer referencia a la persona que recibe su servicio (alumn@, cliente, educando, usuario,…) Para hacer referencia a estos últimos durante el post utilizamos el concepto “educando“, y así facilitamos la lectura.
¡ Gracias por leer este post!