En las sombras y en la luz …. humilde. Con humildad puedo seguir caminando hacia la luz.
El piar del pájaro resuena en mí. En la suave fuerza del viento también estoy yo.
Silencio. Para que no haya ruido y, sí vibración.
Se liberan mis oídos para escuchar. Se libera mi corazón para latir.
Mis labios no pretenden decir cosas grandes sino sinceras y, desde el respeto por mí y por el otro.
Se expresa mi corazón y no mi lengua. Y escucharme no me impide estar atenta al universo.
No me ocupan mis objetivos sino mis pasos, que así mientras cuido de mis deseos.
Si camino sin humildad, sólo consigo soberbia y no lo que pretendo.
Y la soberbia que aparece en mí me recuerda que sólo me lleva para después volver al mismo punto.
No me ciega descubrir para mañana, sino he reconocido la consciencia presente en el ayer.
Me respeto mis tiempos como pasos, no como simples esperas perdidas.
Amo mi humanidad con sus perfectas imperfecciones porque así aprendo a amar al prójimo de forma generosa y sincera.
El dolor forma parte de mi pasado como necesidad para seguir creciendo. Ya sé decir un profundo y sencillo: gracias.
Dios me cuida y me protege, y yo suficientemente pequeña para sentirlo y recogerlo.
Que me deje donde estoy si este es mi lugar. Es el más grande para mí si es donde mi ser baila con mi alma.
El amor me recuerda quien soy yo y quien la fuente.
Siento la vida en mí lo suficiente como para honrarla.
Recuerdo que perderme está en mi naturaleza, y, encontrarme es mi aprendizaje y mi grandeza.
Tengo presente que soy amada tanto si a mí me parece que me equivoco o acierto. Sólo es eso: me lo parece.
La humildad está suficiente en mí para saber hacer un ofrecimiento y no dar.
La humildad me permite apoyarme en el otro y así caminar sintiéndome acompañada.
Y si mi camino lo necesita, me dejo libre de creer en lo que crea.
A nadie pertenezco, ni nadie me pertenece. Sólo soy libre y responsable.
28 de abril de 2015